Un señor un tanto despreciable llamado
Francis Fukuyama, norteamericano de origen japonés, intelectual orgánico del neoliberalismo salvaje, compañero de militancias en el
abominable club de la Trilateral-una suerte de Internacional Intelectual para el neocolonialismo, el saqueo y la guerra- de seres amorales, cínicos
cum laude y estúpidos, patrios, como como Alfonso Cortina, Pedro Solbes o Emilio Ybarra, e internacionales, como Mario Vargas Llosa, David Rockefeller, Madeleine K. Albright, Henry Kissinger, Georges Soros, Dick Cheney o Paul Wolfowitz, escribió allá por 1989 un panfleto-las cosas por su nombre- llamado "El fin de la historia y el último hombre" en el que venía a decirnos básicamente que con el desmoronamiento del bloque del Este, había muerto per secula seculorum el comunismo y que la democracia liberal era el último puerto de llegada de la Humanidad.
Para ello el Sr.Fukuyama hubo de hacer una verdadera cabriola filosófica, para, desde el reconocimiento de la existencia de la lucha de clases y desde una posición aparentemente dialéctica, poder enterrar de un tirón a la Historia con mayúsculas y al comunismo. Pero, como dice Galeano, en ese entierro se equivocaron de muerto. De ello se han encargado posteriormente
Hugo Chávez,
Evo Morales y
los que seguirán– a Fidel pensaban cepillárselo en unos meses-.
Y de ello se encarga también cada año el Carnaval de Cádiz.
Han hecho fácil lo difícil, han pasado por la izquierda al campeón de la liga de la tinta roja de nuestro carnaval,
Juan Carlos Aragón, obsequiándonos con un repertorio en el que nos hablan de lucha obrera, de muertes en los tajos sin paquete Klenex adjunto,
“de la verdad de los currantes, mi verdad”, del
“convenio colectivo laboral, patatín, patatán, de la rama del Metal” y del que nos firmarían con su sangre, con la misma sencillez que lo harían los obreros a los que representan.
“La cuadrilla” es una comparsa que sabe a antiguo pero no a rancio, que es política y combativa pero no un panfleto, que suena a comparsa del año 2006 pero no es una jaula de grillos.
El carnaval de Cádiz, a pesar de la influencia de la tele y las radios, de los contratos, de los club de fans, de los
mamoneos de trepas, posturitas y casposos variados, sigue siendo cultura popular, expresión libre de los más y azote de los menos. Sigue siendo, en estos tiempos de hegemonía del pensamiento único, de cabezas huecas y tomates que saben a pepino, por encima de ello y de todo, fiel reflejo de las vivencias, sufrimientos, alegrías e ideas de la gente que lo hace. Y como lo que hace la gente mayormente, durante más de la mitad de su vida, es trabajar para que cinco listos se lo lleven calentito, el reflejo que nos ofrece el carnaval de Cádiz es que la lucha de clases no ha terminado, ni falta que le hace.
Asi que, desde Cadi, Cadi, desde el mismo barrio de la Viña, Virgen de la Palma esquina San Pablo,
cantaito, con sus
octavillitas, su
punteao y con mucho
áge los Hermanos Carapapa le mandan al sr.Fukuyama un mojón como la cabeza de un niño tonto en forma de comparsa.
Viva La cuadrilla! Viva el Carnaval! Viva la clase trabajadora!
Salud y buenos alimentos.