La prisa mata... O no.
Las palabras, síntesis de los conceptos, suelen ser polisémicas, a fuerza del matiz que les da el uso, es decir, en función de su contexto, de su aparición en escena. Y esa polisemia nace de su evolución, en función de su uso social enmarcado en las coordenadas espacio/tiempo.
La prisa, como sinónimo de velocidad inconsciente y gratuita, como sinónimo de inercia cuesta abajo, sin destino, es el concepto de prisa postmoderna: just in time de los sentimientos y los proyectos vitales. Prisa consumidora voraz de momentos y gente.
Un señor alemán que es calcadito a Papa Noel, ya le conocen, venía a plantear que el ser social determina la conciencia social, el qué haces determina el qué piensas: los ritmos de trabajo- obscenamente injustificados ante tal desarrollo científico-técnico- al servicio de nosequé productividad y nosequé crecimiento económico. Y un señor italiano, camarada y compañero de profesión, planteaba el papel fundamental que jugaban los aparatos ideológicos -sistema educativo y medios de comunicación- en la conformación de una hegemonía ideológica y cultural que sirva a los intereses de la clase dominante: la publicidad del dalotodoquelavidasondosdias y la noche es joven con KAS Limón, el discursito promotor del suicidio colectivo del “sálvese quien pueda”. Esta forma de trabajar y de pensar, esta forma de vivir, ha logrado que la peña vaya por el mundo quemando etapas de la gymkhana que permite a los presuntos ganadores alcanzar la meta, el estereotipo prefabricado, que se supone se han propuesto alcanzar, sin opción a pararse ni un momentos a pensar qués, cómos, porqués, paraquienes ni paraqués- el que piensa, pierde- de su carrera espacial a estrellas que aunque sigan brillando en el cielo ilusorio que nos dibujan los media, no son más que el reflejo de algo que ya no existe. Y la rueda de la Historia -aviso a navegantes- nunca- ¡nunca!- gira hacia atrás.
Pero existe otro tipo de prisa, otra manera de ir rápido. Prisa razonable y razonada: aceleración planificada, lógica y responsable.
Cuando uno tiene planes, objetivos mensurables y concretos enmarcados en el tiempo, a veces es necesario darse prisa, forzar la máquina, tomar decisiones aún cuando parezcan improcedentes por prematuras o apresuradas, construir el futuro desde el ya. O en otras palabras, apresurarse en la tarea de sentar las bases materiales que permitan desarrollar lo ideado como ideal, lo que a uno le gustaría que fuera el futuro, el mañana, el después.
Para ello es fundamental que entendamos desde ya que lo que esta por venir no tiene nada que ver con lo que disfrutaron nuestros ascendentes, que abandonemos ya el tópico o el síndrome patológico de la clase media. En definitiva, que afrontemos con tranquilidad y mucho humor la nueva situación socioeconómica en la que tendremos que desempeñar nuestros deberes para la existencia de la raza humana en el planeta Tierra, en lo productivo y lo reproductivo, sabiendo sustituir el coche y las vacaciones en apartahotel, con grandes dosis de imaginación y valentía.
Evidentemente el camino esta plagadito de improvistos. Lo que está por venir, lo que está por pasar no se conoce hasta que pasa. Esto puede parecer una gilipollez por su lógica evidencia, pero no esta de más recordarse a uno mismo que la vida es una ecuación compleja y barroca de variables a despejar.
Es importante la paciencia- que es virtud revolucionaria-, pero es igualmente importante la capacidad de decisión, la habilidad táctica al servicio de la estrategia, de los objetivos.
Uno, que tiene la manía, el defecto o la virtud de planificar el medio/largo plazo, debe afrontar día si, día no, este tipo de reflexiones y ralladuras mentales sobre la conciencia impostora e impuesta del yo que se nos vende, en busca de una conciencia del yo, sujeto hábil, que permita afrontar estos años claves con unas mínimas garantías de éxito. Un sistema operativo, fácil de manejar, que no se cuelgue: una manera de ver el mundo que permita afrontar las muchas contradicciones sin necesidad de acudir a los ansiolíticos ni a los antidepresivos.
Por que pasa que en estos días nuestros de precariedad descarnada, de yas desconectado de ayeres y de mañanas, poder hacer planes, no ya a largo, sino a medio plazo es un tarea más propia de locos que de cuerdos, cuando parece que la real pölitik se ha convertido en frontera y lógica de nuestras propias vidas, logrando que autoanulemos nuestra capacidad de transformación incluso en lo micro, en lo cercano, en lo que concierne a uno mismo y como mucho a la decena de personas que le rodean. Si ya habían logrado sustituir al trabajador por el empleado, al ciudadano por el consumidor, habría que empezar a pensar que han logrado sustituir al sujeto, responsable de sus actos y actor de su vida, por el individuo, aislado en la multitud aborregada e incapaz.
No dejemos que sea así. Por dios.
Salud y buenos alimentos.
P.D: Habrá que empezar a hacer la contra a los Jorges Bucays que en el mundo son.
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